Léru Léru
El vuelo.
(Para el animal dormido)
Mi potencialidad empieza a aceitarse y la pista se empieza a expandir frente a mi y la quiero recorrer, la quiero sentir, y la quiero modificar, golpear. Es el despegue lo que me atrae, no tanto el vuelo. El envión previo al despegue es la mejor demostración del cambio. De la tierra al cielo en un segundo.
Del vuelo no pretendo nada, sólo volar, sentir el viento, y ojalá inspirar a algún pájaro preso.
La ráfaga del instante se extiende en oleadas llenas de exotismo, en plumas invisibles. Las melodías se presienten y de a poco se hacen forma en mi boca, luego el viento se las llevará, para despertar a otro animal. He vivido en una jaula me digo, pero en ese momento la revelación no es triste, es gozo, un puro y total gozar.
Deseo, Excitación, Tensión, Relajación, Dicha, Placer.
Escapé muchas veces por muchas ventanas, y aprendí a sentir el viento diferente cada vez, e incluso retengo para los momentos en que no vuelo, un registro de los tipos de viento que conocí, para conocerlos, si es posible, cada vez más.
El instinto se afina cuando volvés al animal, quiero decir que te volvés más fino, más elegante e inteligente, que sos el rey de tu cuerpo.
El instinto se afina cuando volvés al animal, quiero decir que te volvés más fino, más elegante e inteligente, que sos el rey de tu cuerpo.
Ahora estoy condenado porque ya no veo belleza en lo civilizado, la veo en un gato lamiéndose a si mismo, la veo en el paso sigiloso del animal cazador, la veo en la mirada temerosa del bicho arrinconado, la veo en la cadencia del mar calmo que provoca el contonear de la aguaviva, en la musicalidad del viento cuando se aloja en las cuevas y en las copas de los árboles.
Todo esto lo vivo en mis vuelos, y aunque dejé la tierra por el cielo, mis vuelos transportan una sensación que nació y que habita en los abismos del mar.
Todo esto lo vivo en mis vuelos, y aunque dejé la tierra por el cielo, mis vuelos transportan una sensación que nació y que habita en los abismos del mar.
Yo soy el pez volador. Aunque para los amigos y la civilización soy un tipo torpe que apenas sabe caminar.
Carlos. 2012.
Escucha sus manos.
Distrae a sus ojos y entretiene con promesas de misterio a su mente.
Se desentiende de sus espejos.
Ilumina con ojos entrecerrados las noches.
Existe por suerte el momento en que su espíritu recupera el coraje
para sobrellevar el teatro tenso de las veredas del día siguiente.
Carlos.
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